Ciencia

No tengo nada que escribir,
Nada me sale,
¿Qué más da?
Solo recuerdos que inventar,
Solo palabras que tachar,
Solo limpiarme, de los labios,
Tu fluido vaginal.

Descansé en paz algunos años,
Cuando todos jugaban, y corría por las calles,
Aquel rumor,
De que yo era un tipo extraño.

Desperté algo después, de los tres días,
Subido en un tren de cercanías:
Atacado, por la expectativa, de ser preciso,
De hacer, de la tragedia, algo magnífico.
Por escribir, con guantes de seda,
Los latidos, que le faltaron;
La voracidad con la que se perdieron,
Nuestros últimos, besos, que sonaban,
Como algo, demasiado parecido al invierno.

Estuve algunas horas, desviado de mi camino;
Pululando como una polilla en torno a la incertidumbre,
Que suponía ser distinto.
Estuve algunos años, soñando contigo;
Con una mano en la entrepierna, y la otra en torno a un bolígrafo,
Tu imagen me ayudó a tener, una idea física,
Una impresión real, de una belleza idílica,
Que jamás hubiera, podido imaginar.

Ahora estoy aquí, escribiendo con una mano en el pecho,
Y la mitad de la otra, dentro de ti.
Con mil pensamientos de mierda, doscientos versos,
Y tres, canciones de amor, que no son para ti.
Ahora estoy aquí, tocando con los sesos, una de los rolling,
Gimiendo con esfuerzo, una resistencia al priming,
Sobreviviendo, malviviendo: haciendo, de esta puta vida,
Algo,
Que los inteligentes sientan como feeling,
Y los tontos como living,
La vida loca.

No tengo, nada que escribir,
A pesar de que tengo algo, que expresar con urgencia;
Viviré, unas horas, condenado a la indigencia,
Poética.
Viviré, unas horas, reducido a la insignificancia,
Patética.
Viviré, unos años, reprimido por una lánguida sucesión de
Míticas,
Catastróficas,
Desdichas. Pero te olvidaré,
Lo dejo escrito.