Prometeo

Te veo,
en algún punto distante y remoto,
entre mis ojos y el cielo, murmura,
Prometeo,
mientras un águila devora sus tripas.

Intuyo,
el aire agitando tus cabellos.
Recuerdo su baile,
anhelo su danza,
cuando corrías a mi encuentro;
murmura de nuevo,
mientras se desangra.

Te huelo
vainilla y violetas flotando
sobre una superficie de ébano,
tu olor rodeando mi cráneo,
tus brazos aliviando mi desvelo;
murmura otra vez mientras grita,
atrapado en tan insoportable agonía.

Te extraño cada día bajo el sol,
me devora tu ausencia las tripas:
espino en los ojos, espinas en el vientre,
y cada noche me vuelvo a crecer,
a pensar que volverás, que volveré a verte
murmura:
hasta mí una vez más te traerá la luna,
y conteniendo el llanto vuelve a liberar 

un alarido infinito de eterna muerte.