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Se arrastra como una serpiente,
sobre las cuerdas de un contrabajo;
rebuzna el eco feroz de su pálpito,
que reverbera una eternidad
entre los muros de piedra del escenario.

Como un valle que se pronuncia al final,
como un descenso infinito.
Como una palabra que escapa del
verso,
y vuela liberando un quejido de arena.
Como el horizonte, 
punto final,
convirtiendo curvas en línea recta.

Se arrastra una lágrima
sobre las cuerdas de un contrabajo,
y vomita una noche desnuda de estrellas;
dibujando columnas de humo
que se concentran perplejas
en agujeros negros de incierta condena.

Se cae el cielo lentamente,
esquirlas de cerámica celeste
se derraman sobre las cuerdas de un contrabajo;
y rebuzna el eco feroz de su pálpito,
que reverba una eternidad
entre los muros de piedra del escenario.

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