La Sociedad Cobarde (I) (Psicología)



El mundo es colosal, enorme…y tienes miedo. Constantemente…sales a la calle y temes que el día que vives sea el que mueras. Miedo de llegar tarde al trabajo, de un despido precipitado, de un adios desafortunado, miedo de un desvarío de fracaso engendrado como consecuencia del paso del tiempo, que te averguenza cada vez que te miras al espejo. Miedo de que las personas que componen tu entorno te den la espalda, y tengas que apoltronarte sobre el suelo empolvado a llorar…como un cobarde…como un pingajo de carne, maltrecho pretexto de tu esposa para no irse con el amante al que quiere con locura. Miedo de que un día, el mundo que sostienes se derrumbe sobre sus cimientos de plástico descolorido. Miedo de quedarte solo, de envejecer. Ganas de encontrarte con algo novedoso que te desbanque de la rutina en la que te encuentras atrapado, pero aterrado ante la incertidumbre de pensar que esa novedad pueda ser grotesca, dolorosa, terminal…Miedo de perder lo poco que tienes, miedo de saber lo poco que puedes perder, consciente de tu fracaso al saber lo poco que tienes. Miedo asociado al fracaso que subyace de la nausea diaria que abomina el mundo, que contiene el aire. Miedo de saber que la vida cuando eras joven era vida, que la vida ahora, a tu edad…solo tiene un macabro sentido…ganas de perecer en silencio…de evitar que aquellos que conforman tu generación sonrían erguidos en sus tronos de seda, orgullosos de verte caer.




Pero está Dios, al que rezas cuando ves la tierra que pisas temblar…Pero está el futbol para abrumar tu mente y aletargarla, sumiéndola en sutiles movimientos de jugadores, de estadísticas, introduciéndola en otro mundo que permiten cambios a tu rutina, cambios con menos grosería, menos rotundos, con consecuencias menores en tu pútrida vida. Está la gente en las calles, para introducir a tu mente sentimientos en los que pensar, emociones a las que dar sentido…para evocar momentos ya pasados que eran vida, y te sugieren dinamismo vital…no pasa nada, no estás acabado…Has pasado por cosas peores…pero es que ahora eres tú lo que pasa, eres tú lo que está pasando y se está degenerando, como buen humano obediente estás dejando que el viento te arrase, que el tiempo argumente con su vientre de aire, los pliegues de tu piel, y las arrugas de tu rostro. Como muñeco de paja, a la sombra del viento, acabarás útil para espantar las oscuras golondrinas que acometan la comodidad de tus hijos, pero ínfimo para sobrellevar tu vida, acabarás deshechando el hecho de volver a empezar a ser humano, a estar vivo, a bailar bajo la lluvia…Desdichado…


Tienes miedo, pero no lo aceptas porque cuando lo hagas te limitaras a mañanas de hospitales, mediodías de sopita, y tardes de toros. Y por la noche a la camita, a las largas noches sin dormir, los dolores en la espalda, condenarse a vivir sin mucho sentido, cobrarle a la vida, lamentos del tiempo, vivir sin estar vivo, miedo a quedarte solo, pero no lo piensas, y la sociedad se esfuerza en dejarte ensoñado; opaca cortina para que no veas el deshonor de lo que te has convertido, bruma cernida en torno al anciano, que serás. Y culpas a los niños, por vivir una vida, que a ti se te agota. Si la viveras más, y la mataras menos, no tendrías tanto miedo de perder algo que ni siquiera tienes. Y es tu miedo constante, lo que engendra a Dios, ese que todo lo sabe, que todo lo ve, que todo lo controla. Y es la inseguridad en tus actos, lo que te hace miserable, porque nada sabes, nada ves, nada controlas…y de ahí nacen todos tus fracasos. Aprender a vivir, es cuestión de elegancia; aprender a morir es cuestión de tiempo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy bien relatado y expresado. Para mí refleja el sentir de la sociedad.
Félix Calderón ha dicho que…
Gracias, por ver en mi teoría el reflejo del sentir de la sociedad. Y la primera parte del comentario, es...realmente halagador: thank you.

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