Tócala otra vez

Y luego vuelvo a casa. Con la sensación reeminisciente de que vuelvo a ser nadie…
Juntos un día efímero. Superfluidad de sonrisas majestuosas que transmiten una sensación de apoyo, un sentimiento de empuje colosal. Luego todo se envilece. Cuando ese vehículo inhóspito de recuerdos de la infancia, de mareos por ensueños de agua salada, se marcha en la letanía de una onírica espiral de flemática distancia. Luego me vuelvo a casa, envuelto en un férreo y distante, aire de bravuconada soledad. Una distorsión llameante abruma mi mente; una descarriada tristeza se apodera de mi estancia. Mi corazón se retrae en su trono de infancia perdida. En mi cabeza, surte efecto el pensamiento de que nada volverá a ser como antes. De que el tiempo pasa, y nos puede, es nuestro verdadero enemigo y sin embargo se esconde tras la parca fríamente enmascarada. Nos somete, es nuestra memoria; la memoria es la nostalgia que pesa en los párpados, que arruga la piel. El anhelo de parar el reloj, de volver a nacer. La miseria de las líneas que surcan las manos. La sangre envenenada ya, por tantos minutos de aire maravilloso, tantos momentos perdidos…
Ahora miras al cielo, maldito el mundo desgraciado, y te sientes tan solo…La luna te alumbra envileciendo una sombra distorsionada por una debacle de emociones. Te ves reflejado en los escaparates, y tus ojos agonizan por la ausencia,¿Dónde está todo el mundo?
Y esa infamia conformada en siluetas de carne que transitan los paseos en cementados, Y las ganas de despertar de un sueño tan macabro…Y la heroicidad de permanecer a pesar de que el único destino que te espera es el vacío, y la sensación de haberlo vivido todo…y el capricho ambicioso de pegarte un tiro, para volver a sentir la emoción de que puedes al tiempo, de que tú decides, la pasión ridícula de la primera vez, la fuerza insostenible de que jodes a la naturaleza que te dio génesis y que te pretende dar caza.
No, no agaches la cabeza…me río…maldita sea, éste no es el momento…No es tiempo de llorar…No. Cualquier mirada entona un grito más valiente que tus sollozos. Cualquier silencio viste más coraje que tu estampa. No te retraigas, no arrugues las alas. No……….¡¡Grita al cielo!! Que la vida es tuya, es tú vida. Pellízcate la piel. Sonríe. Convierte cada movimiento en un verso. Haz de cada palabra un apoteósico baile de pasión. Sueña despierto. Envilece los suspiros. Airea la agonía, y la nostalgia…que no, hijo de perra, no me defraudes, que este no es el momento.
El cielo tiene su mirada. Pero fuiste tu quién tocó su piel. Perdiste los ojos en la dimensión anatómica del paraíso contenido en su hermosura, y ahora quieres hablar de renacimientos…Sólo se trataba de nacer con el don…Tócame una sonata de Primavera, Sam. Dame la flor marchita de tu estampa,que haga renacer el alma en el humo de un sueño de amor inmortal. Camina lentamente, saborea el instante. Sostén la mirada de las princesas descoronadas. Haz que el cielo se enamore de tus pasos. Mantente juguetón, nunca silencioso, nunca triste o melancólico; guarda el apoteósico romanticismo de tus neuronas rameras, para los versos en ré sostenido de tus poemas; la clave está en el sol. Y recuerda que la vida es hermosa, pero la libertad de ensalzar la elegancia es vital. Sonríe a todas las mujeres, en ellas reside la rebelión, la luz, ante el devastador temporal que arrasa tus venas, ante la inmensa oscuridad que te persigue a través de este túnel. Rememora todos y cada uno de los suspiros y compílalos para un beso, como si fuera el último, como si fuera El beso. Retén el momento, amplia la imagen en el pensamiento, siente hervir los caireles de la rima en lo más profundo de la sangre, siente el poderoso palpitar del corazón. Siente sus impíos latidos, abraza el cielo, cómele la lengua, aliméntate de su cuello, dale vida al desvarío de perder la razón en el cuerpo de una hermosura. Y luego…
Tócala otra vez, Sam.
Envilece todos los instantes, con una insultante estrofa que ensalce la locura de vivir sin sentido, porque el sentido de la vida es sentir la propia vida. Sostén la mirada, no me des la espalda, me acompleja la distancia que nos separa cuando no me miras. Siente la música, oye los instrumentos, visualiza el instante, destroza toda previsión, enaltece el comportamiento con algún acto irrisorio.
Y ahora respira profundamente. La tocaste para ella, tócala para mí. Siente el aire acariciando las vicisitudes de tu pecho. Siente la incompetencia de la parca que hoy no puede distorsionar tu alegría. Y ahora…por último, haz chasquear los dedos al ritmo de la música, pisa, un, dos, un dos tres; tu eres el mundo, no hay nadie más, el mundo es tuyo, ¿De quién sino?, siente las aceras que se proyectan por que sueñas, despierta. Siente el cielo que no desaparecerá hasta que no cierres los mares vítreos de tus ojos. Siente el latido de los pájaros, las violetas amilanadas en los jardines de Madrid, siente la primavera esperando en los rincones, la juventud en los estantes, la alegría entre los dedos, el edén entre las piernas, el renacer entre las manos; siente la fuerza, siente la elegancia, el preciosismo en cada línea, la hermosura hasta en los renglones torcidos de dios. Siente el desvarío enloquecido, el salvaje atrevimiento de plantarle cara al hastío. Siente el valor, siente el coraje.
Y luego vuelvo al cielo, abrazado a ti, con la sensación de que vuelvo a ser Dios…
La vida, es una oportunidad simplista para escribir los lamentos de mis manos cuando no toco tu piel. La vida es un hiriente permanecer, sino te murmuro al oído lo que me cuesta respirar cuando no estoy contigo. La vida es la sutileza engalanada, la peripecia almidonada, la sintonía, armónica escapada al paraíso de los sueños de un beso de tu boca. La vida es un momento, que viviría contigo, o contigo sin ti; la vida merece la pena, es un hermoso instante, un segundo brutal de amor platónico. En sufrimiento, en dolor, enamorado de la luna platosa, o del sol libidinoso, enloquecido por las rimas, oprimido por la tristeza en tu ausencia; la vida es una oportunidad…¿Vas a quedarte ahí llorando, esperando que venga el cielo envuelto en papel de regalo? Sal a la calle a buscarla, Sam, sal, y tócala otra vez.
Juntos un día efímero. Superfluidad de sonrisas majestuosas que transmiten una sensación de apoyo, un sentimiento de empuje colosal. Luego todo se envilece. Cuando ese vehículo inhóspito de recuerdos de la infancia, de mareos por ensueños de agua salada, se marcha en la letanía de una onírica espiral de flemática distancia. Luego me vuelvo a casa, envuelto en un férreo y distante, aire de bravuconada soledad. Una distorsión llameante abruma mi mente; una descarriada tristeza se apodera de mi estancia. Mi corazón se retrae en su trono de infancia perdida. En mi cabeza, surte efecto el pensamiento de que nada volverá a ser como antes. De que el tiempo pasa, y nos puede, es nuestro verdadero enemigo y sin embargo se esconde tras la parca fríamente enmascarada. Nos somete, es nuestra memoria; la memoria es la nostalgia que pesa en los párpados, que arruga la piel. El anhelo de parar el reloj, de volver a nacer. La miseria de las líneas que surcan las manos. La sangre envenenada ya, por tantos minutos de aire maravilloso, tantos momentos perdidos…
Ahora miras al cielo, maldito el mundo desgraciado, y te sientes tan solo…La luna te alumbra envileciendo una sombra distorsionada por una debacle de emociones. Te ves reflejado en los escaparates, y tus ojos agonizan por la ausencia,¿Dónde está todo el mundo?
Y esa infamia conformada en siluetas de carne que transitan los paseos en cementados, Y las ganas de despertar de un sueño tan macabro…Y la heroicidad de permanecer a pesar de que el único destino que te espera es el vacío, y la sensación de haberlo vivido todo…y el capricho ambicioso de pegarte un tiro, para volver a sentir la emoción de que puedes al tiempo, de que tú decides, la pasión ridícula de la primera vez, la fuerza insostenible de que jodes a la naturaleza que te dio génesis y que te pretende dar caza.
No, no agaches la cabeza…me río…maldita sea, éste no es el momento…No es tiempo de llorar…No. Cualquier mirada entona un grito más valiente que tus sollozos. Cualquier silencio viste más coraje que tu estampa. No te retraigas, no arrugues las alas. No……….¡¡Grita al cielo!! Que la vida es tuya, es tú vida. Pellízcate la piel. Sonríe. Convierte cada movimiento en un verso. Haz de cada palabra un apoteósico baile de pasión. Sueña despierto. Envilece los suspiros. Airea la agonía, y la nostalgia…que no, hijo de perra, no me defraudes, que este no es el momento.
El cielo tiene su mirada. Pero fuiste tu quién tocó su piel. Perdiste los ojos en la dimensión anatómica del paraíso contenido en su hermosura, y ahora quieres hablar de renacimientos…Sólo se trataba de nacer con el don…Tócame una sonata de Primavera, Sam. Dame la flor marchita de tu estampa,que haga renacer el alma en el humo de un sueño de amor inmortal. Camina lentamente, saborea el instante. Sostén la mirada de las princesas descoronadas. Haz que el cielo se enamore de tus pasos. Mantente juguetón, nunca silencioso, nunca triste o melancólico; guarda el apoteósico romanticismo de tus neuronas rameras, para los versos en ré sostenido de tus poemas; la clave está en el sol. Y recuerda que la vida es hermosa, pero la libertad de ensalzar la elegancia es vital. Sonríe a todas las mujeres, en ellas reside la rebelión, la luz, ante el devastador temporal que arrasa tus venas, ante la inmensa oscuridad que te persigue a través de este túnel. Rememora todos y cada uno de los suspiros y compílalos para un beso, como si fuera el último, como si fuera El beso. Retén el momento, amplia la imagen en el pensamiento, siente hervir los caireles de la rima en lo más profundo de la sangre, siente el poderoso palpitar del corazón. Siente sus impíos latidos, abraza el cielo, cómele la lengua, aliméntate de su cuello, dale vida al desvarío de perder la razón en el cuerpo de una hermosura. Y luego…
Tócala otra vez, Sam.
Envilece todos los instantes, con una insultante estrofa que ensalce la locura de vivir sin sentido, porque el sentido de la vida es sentir la propia vida. Sostén la mirada, no me des la espalda, me acompleja la distancia que nos separa cuando no me miras. Siente la música, oye los instrumentos, visualiza el instante, destroza toda previsión, enaltece el comportamiento con algún acto irrisorio.
Y ahora respira profundamente. La tocaste para ella, tócala para mí. Siente el aire acariciando las vicisitudes de tu pecho. Siente la incompetencia de la parca que hoy no puede distorsionar tu alegría. Y ahora…por último, haz chasquear los dedos al ritmo de la música, pisa, un, dos, un dos tres; tu eres el mundo, no hay nadie más, el mundo es tuyo, ¿De quién sino?, siente las aceras que se proyectan por que sueñas, despierta. Siente el cielo que no desaparecerá hasta que no cierres los mares vítreos de tus ojos. Siente el latido de los pájaros, las violetas amilanadas en los jardines de Madrid, siente la primavera esperando en los rincones, la juventud en los estantes, la alegría entre los dedos, el edén entre las piernas, el renacer entre las manos; siente la fuerza, siente la elegancia, el preciosismo en cada línea, la hermosura hasta en los renglones torcidos de dios. Siente el desvarío enloquecido, el salvaje atrevimiento de plantarle cara al hastío. Siente el valor, siente el coraje.
Y luego vuelvo al cielo, abrazado a ti, con la sensación de que vuelvo a ser Dios…
La vida, es una oportunidad simplista para escribir los lamentos de mis manos cuando no toco tu piel. La vida es un hiriente permanecer, sino te murmuro al oído lo que me cuesta respirar cuando no estoy contigo. La vida es la sutileza engalanada, la peripecia almidonada, la sintonía, armónica escapada al paraíso de los sueños de un beso de tu boca. La vida es un momento, que viviría contigo, o contigo sin ti; la vida merece la pena, es un hermoso instante, un segundo brutal de amor platónico. En sufrimiento, en dolor, enamorado de la luna platosa, o del sol libidinoso, enloquecido por las rimas, oprimido por la tristeza en tu ausencia; la vida es una oportunidad…¿Vas a quedarte ahí llorando, esperando que venga el cielo envuelto en papel de regalo? Sal a la calle a buscarla, Sam, sal, y tócala otra vez.
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Un saludo.