Balada triste de saxo

Si sonaba desde lo más profundo del abismo,
fue porque de alguna manera,
había llegado hasta allí.
Sometido al más cruel desencanto vital,
envilecido por el miedo,
a quedarse atrapado,
en tan horrible lugar.
No obstante, yo, desde mi posición, lo escuché.
Balada triste de saxo, ondeando en el aire,
fue porque de alguna manera,
había llegado hasta allí.
Sometido al más cruel desencanto vital,
envilecido por el miedo,
a quedarse atrapado,
en tan horrible lugar.
No obstante, yo, desde mi posición, lo escuché.
Balada triste de saxo, ondeando en el aire,
desde tu sexo, hasta mi seso,
y nosotros, sin hacernos caso.
Violento sonido de versos, para acompañar la jugada;
para que si algo nos pilla desnudos, follando en tu cama,
no sea otra cosa que el sonido virtuoso de un latido,
procedente de una sinfonía acristalada.
Si me acomodo en esta balada, despiértame,
que después de estar días apuntando a la cabeza,
cuando quiero disparar, me doy cuenta de que no tengo balas.
y nosotros, sin hacernos caso.
Violento sonido de versos, para acompañar la jugada;
para que si algo nos pilla desnudos, follando en tu cama,
no sea otra cosa que el sonido virtuoso de un latido,
procedente de una sinfonía acristalada.
Si me acomodo en esta balada, despiértame,
que después de estar días apuntando a la cabeza,
cuando quiero disparar, me doy cuenta de que no tengo balas.
Si me poso de forma angustiosa en tus pupilas,
grítame,
que estoy siempre pensando en castillos de arena,
soñando que el viento se los lleva,
y a veces, de más, soy preso, de tales tragedias.
El aire emborronó nuestras figuras que antes convergían,
y ahora fluyen, sin juntarse, hasta el infinito, como líneas paralelas.
Lo que nos conmociona, nos configura hasta la angustia,
hasta hacernos lo que somos, hasta seleccionar las orquestas,
que relatan con enfervorizadas oleadas de virtuosismo, nuestras escenas.
Balada triste de saxo, pasando las hojas de nuestro capítulo,
hasta llegar a un episodio menos ridículo, menos emocional,
más irrelevante, más banal; un momento cualquiera.
grítame,
que estoy siempre pensando en castillos de arena,
soñando que el viento se los lleva,
y a veces, de más, soy preso, de tales tragedias.
El aire emborronó nuestras figuras que antes convergían,
y ahora fluyen, sin juntarse, hasta el infinito, como líneas paralelas.
Lo que nos conmociona, nos configura hasta la angustia,
hasta hacernos lo que somos, hasta seleccionar las orquestas,
que relatan con enfervorizadas oleadas de virtuosismo, nuestras escenas.
Balada triste de saxo, pasando las hojas de nuestro capítulo,
hasta llegar a un episodio menos ridículo, menos emocional,
más irrelevante, más banal; un momento cualquiera.
Balada triste de saxo, entonada por un condenado a la locura,
a la frivolidad de pintar la realidad, de angostos matices deslumbrantes;
entonada por un desintonizado que busca en el caos, una forma idílica,
de ordenar los recuerdos de tu zona púbica,
y almacenarlos para siempre en la biblióteca pública,
para recordarlos cuando quiera darse homenajes de forma lúdica,
o simplemente,
cuando quiera escribir un poema de temática pútrida.
En mis oídos resuenan todavía, tus distónicos latidos,
de reverberación magistral, de eco residual,
de influencias sobrenaturales en mi órgano cardíaco,
ese, que ahora, además de respirar,
sabe, tocar el saxofón, y decirme al oído,
que cierre la boca, y me dedique a escuchar.
Comentarios