Tres puntos (...)
Uno, cercano al cuello, anuncia el caos beligerante
que su cuerpo produce a mi seso,
por eso se reduce a su cuerpo y a sus besos,
mi desayuno con diamantes.
Otro, a la derecha, en el costado,
recuerda la costilla que le falta,
la que me arrebata en cada caricia inusitada,
en cada mirada desmedida,
en cada palabra descarriada.
Por eso me quiere bien,
porque me debe, la costilla que le falta.
El último está justo a la altura de mi ensueño.
Al otro lado del vientre, en la cara oculta de la luna,
tiene mi musa, su tercer lunar;
convirtiendo mi amanecer vulgar, en anochecer lumbar,
se pasan sus lunares las horas, iluminando mi oscuridad.
Tiene tres lunares en su espalda...
pero guarda un sol indiscutible en su pecho.
Que late, con más fuerza, cuando me ama,
cuando mis dedos tejen entre los tres puntos,
el triángulo de belleza que me abraza.
Comentarios