Línea final, punto
Como me arañaba, y no paraba de quitarme la piel,
extraje, de mi cuerpo, el tejido, y lo posé en sus ojos,
"miralo- le dije- míralo, tantas veces como puedas,
que esta piel, no la vas a volver a ver".
Luego la posaba en su boca, y ella comía y resquebrajaba,
dejaba en pedazos lo compuesto;
deshecho el todo,
en un millón de partes.
Y la piel que caía no la volvia a ver,
por más que abriera los ojos no la veía caer.
Como me arañaba, y no paraba de quitarme la piel,
suscité en los huesos, mil preguntas, respondí con silencio
a sus premisas, y luego, bajo el rumor de una leyenda,
dejamos pasar las horas;
yo despellejado, ella bien comida.
Y en el suelo la piel que no ha de volver a caer.
Luego la buscaba, por el suelo. Como quién busca su hada,
entre un rumor de mil mentiras, y no veía, en las baldosas,
más que palabras,
manchas de sangre y de miel, de azúcar y sal,
y un verso, con sabor a despedida.
extraje, de mi cuerpo, el tejido, y lo posé en sus ojos,
"miralo- le dije- míralo, tantas veces como puedas,
que esta piel, no la vas a volver a ver".
Luego la posaba en su boca, y ella comía y resquebrajaba,
dejaba en pedazos lo compuesto;
deshecho el todo,
en un millón de partes.
Y la piel que caía no la volvia a ver,
por más que abriera los ojos no la veía caer.
Como me arañaba, y no paraba de quitarme la piel,
suscité en los huesos, mil preguntas, respondí con silencio
a sus premisas, y luego, bajo el rumor de una leyenda,
dejamos pasar las horas;
yo despellejado, ella bien comida.
Y en el suelo la piel que no ha de volver a caer.
Luego la buscaba, por el suelo. Como quién busca su hada,
entre un rumor de mil mentiras, y no veía, en las baldosas,
más que palabras,
manchas de sangre y de miel, de azúcar y sal,
y un verso, con sabor a despedida.
Comentarios