Un mundo en guerra
¿Qué ves, tú, que todo lo ves?
¿Cómo te sientes, si es que sientes,
si es que todo lo ves, cómo te sientes?
Tu que asistes impávido a la abominación mundana
del ser humano. Tu...que asistes a todo cuanto existe:
¿Cómo te sientes?
Tal vez te preguntes, adónde van, tantos inocentes,
corriendo y recorriendo campos y montañas,
buscando solamente la paz.
O tal vez sepas adónde van, aquellos que probablemente
nunca lleguen allí a donde se dirigen,
porque son refugiados y les ha tocado vivir,
en un mundo de guerra infinita.

El hombre va consagrando sus errores,
justificando la meritocracia de sus más bajos instintos,
negociando con personas y con tierra,
poniéndole un precio a todo, para que todo pueda comprarse.
¿Qué sientes tú?
Mientras miles de hombres y mujeres,
huyen de las balas y del fuego,
entre remolinos de arena y objetivos que quieren captar sus carreras
porque es su trabajo, es el trabajo de esos objetivos enseñar a aquellos
que son fugitivos de un mundo en paz, cómo lo pasan, los que viven
en conflicto.
A esos fugitivos que viven plácidamente en un mundo en paz,
donde de vez en cuando, eventualmente, se ve un destello etéreo
de ceniza, y algo estalla, y alguien muere, y entonces lloran:
porque alguien ha prendido fuego a un mundo en paz.
Y es en esos momentos, cuando la paz establecida,
alimentada por esa hipocresía de pactos y alianzas,
en las que unos pagan, otros venden, y otros se refugian,
del dinero para sobrevivir, se tambalea.
Porque admiro a aquellos refugiados nacidos en un mundo en guerra.
Aquellos que no se ganan el pan, se ganan la vida.
Aquellos que corren con la espalda ardiente saboreada por el recuerdo
de una lengua de fuego; aquellos que en vida buscan la luz al final del túnel:
admiro a los supervivientes, y a los que mueren tratando de sobrevivir.
Pero no guardo, ningún tipo de respeto, hacia los otros,
refugiados nacidos en un mundo en paz.
Acostumbrados a la ansiedad y al despilfarro,
al egoísmo, al amor al dinero, a la adoración de la imagen;
aquellos que tienden con telarañas de mentiras, sistemas enfermizos.
Los que cosen con hilos de plástico, jaulas de cristal.
Los que bordan banderas de guerra, mientras cantan himnos de paz.
Los que comercian con las vidas y con los vivos,
los que venden armas y sostienen, en fin, un mundo en guerra.
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