Cuatro pinceladas
Como un ángel con alas nuevas,
mire usted.
No necesité ir a la República Centroafricana,
ni a Turkmenistán, para encontrarme a mi mismo.
Mienten, los que dicen que se perdieron,
los que volvieron iluminados tras un curso de submarinismo.
A mi la luz de un quirófano me escupió la verdad,
con la abominable oscuridad,
que adolece al cuerpo cuando se apaga el sentido.
Cuando eres carnaza sobre metal.
Cuando ni sabes ni sabos,
cuando se perdió en un parpadeo,
tu última voluntad.
Me sacaron algo de las tripas.
Algo prescindible,
y ahora con menos lastre,
más alto puedo volar.
Como un poeta con versos nuevos,
mire usted.
Clamando al cielo de no poderte olvidar.
Soy como el pez que aletea bajo el agua,
moviendo la cola de acá para allá
Reencontré mi alma al abrir los ojos.
El mundo se hizo en aquel instante para mí.
No somos, lo que somos, de rebote.
No me crié entre algodones:
Antes de aquestas cicatrices,
ya estaba mi cuerpo, plagado de heridas,
más nunca, fue mi sueño, comer perdices,
veintisiete años de experiencia en despedidas.
¿Y qué quieres que te diga?
Si desperté cuando acabaron,
porque el sueño de la vida seguía.
Si te quise cuanto te quiero,
fue porque era magia tu sonrisa.
Si me dijeron que guardase, reposo relativo,
pero que siguiera escribiendo, como sabía.
Como un superviviente,
después de otra batalla,
mire usted, así es como estoy,
que no es poco, todavía.
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