La historia de los muertos: (Testimonios de Lucía-Segunda parte- y Raquel - Tercera parte-)
Testimonio de Lucía (segunda parte)
Raquel no quería moverse, quería
esperar allí, pero yo estaba jodida por Laura, porque aunque Raquel decía que
había ido a buscar a Iván yo no la creía, porque ella no había dicho eso en
ningún momento y porque me extrañaba que ella sola en un lugar así se hubiera
atrevido a ir sola a buscarle. ¿Y por qué no volvía el? El solo, ¿Por qué no
volvía el gilipollas? Yo estaba muy nerviosa, porque Daniel y Héctor tampoco volvían, y la sombra había pasado, yo la había visto, la había visto con
claridad, y Raquel reaccionaba como si nada, la muy imbécil, como si
no pasara nada, y yo estaba asustada porque tenía la sensación de que en algún
momento iba a venir a por nosotros. Y todo había pasado por ellos, por Daniel y
por Iván, los locos, que querían drogarse allí, y follarse y yo que sé, y les
daba igual todo.
A
media noche Raquel me dio unas pastillas, me dijo que me servirían para calmar la
ansiedad, y yo me las tomé, porque era lo único que quería, que esa mierda
pasara, que el puto latido se calmara, y me dejara de doler la cabeza. Calmar
las putas palpitaciones que sentía en el pecho constantemente como un dedo apuntándome
en el corazón, una y otra vez, presionando, sin parar, jodiéndome la vida,
conteniendo el aire que entraba en mis pulmones, asfixiándome, creía que me iba a morir y me las tomé. Y
me quedé dormida, plácidamente, hasta que llegó la policía.
Testimonio de Raquel (Tercera Parte)
Le dije a lucía que debíamos
vigilar, y estuvimos esperando que volvieran Laura y los otros, que todo se
calmara, no sé por qué pensaba que estando juntos no podía pasarnos nada,
pero odiaba a Laura por haberse marchado, por habernos dejado solas, sabiendo que
nos hubiera hecho más fuertes, que nos hubiéramos quedado más tranquilas si
ella hubiera estado ahí.
A medianoche Lucía se quedó
dormida. Se tomó unas pastillas que llevaba para la ansiedad, me dijo que no
era la primera vez que le pasaba, que se quedaba sin aire, respirando, y que
sino llegaba un médico iba a tener que tomárselas y se las tomó, y se quedó
dormida. Yo estaba cansada, no entendía por qué todos tardaban tanto, pero no
me importó. Me prometí a mí misma
que debía mantenerme alerta, despierta, que debía cuidar de las dos, pero a
media noche escuché un repiqueteo en la primera planta, constante, y no pude
contenerme, yo creo que por dentro me quería morir. No soportaba la idea de
quedarme a solas con Lucía mucho tiempo, y mucho menos estando ella dormida,
era como un vegetal. Yo quería saber lo que pasaba, quería estar con mis
amigos, y subí, subí las escaleras con el corazón en un puño, y a mitad de la
escalera vi como una de esas cosas que usan los cirujanos, un bisturí, o un escalpelo, no sé, ensangrentado, en el suelo, señalando una de las
aulas, y fui hacia allí, estaba a la derecha de la que habíamos visto, pero me
dio igual, me dio igual cual fuera yo solo quería saber, saber y salir libre y
sana de aquel lugar. ¡Laura! ¡Laura! La llamé, pero seguía sin contestar, me
acerqué al aula que señalaba el escalpelo, y bajo el marco de la puerta, en el
aula, vi una foto en blanco y negro. Me acerqué hacia ella, intenté cogerla,
pero el aire que entraba por la ventana, con barrotes, cómo no, la hizo volar y
la alejó de mí, dentro del aula, la metió entre una pila de muebles que ocupaba
el rincón más alejado de mi posición. Entré en el aula, comencé a acercarme a
ella, los colchones estaban allí, también, roídos y desvencijados por el tiempo
y el desuso. Y de pronto, la bombilla, en el techo, se encendió, parpadeó, una vez, dos, tres,
y reventó. Y saltó cristal por todas partes y no me alcanzó de milagro pero yo entonces, acobardada, asustada,
entré, y me acerqué a a los muebles, y una de las ventanas, de golpe, se cerró,
y sentí un vuelco en el corazón, porque la misma ventana que se había cerrado
comenzaba a empañarse, lentamente, de vaho, como si alguien le estuviera
echando su aliento, como si un fantasma que de repente, pudiera respirar, estuviera
de pronto haciéndolo frente al cristal, pero allí, no había absolutamente nadie aparte de mí.
Próximamente los dos últimos capítulos
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