XV/

Me gustaba ver las ondas del mar
bajo las caricias del viento,
proyectarse en tus retinas,
con la promesa de ser inmunes
al paso del tiempo. 

Me gustaba pensar que eras una,
y eras cientos, que eras todo,
y tanto, 
tanto todo,
que ni mirando el punto más remoto,
el horizonte más inescrutable,
podía adivinar siquiera,
dónde acababa tu sombra. 

Me gustaba pensarte 
y pensar,
que ni mirando el horizonte más remoto,
a través de una colmena de olas,
podía estar seguro,
de dónde acababa tu sombra,
y dónde empezaba
el resto del mundo.

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