Siempre

La sien embocada
por una lengua de tinta,
enfrascada en el pálpito
de un insomne latido.
El toque de queda,
el fin del principio:
nuestras huellas bien plantadas
en el barro de unos años
que estaban por llover.
El óxido en el columpio
que chirría más que nunca
liberando con su vals impío
abrumadores quejidos de angustia.
El atropello de las horas,
el curso de la vida,
desembocando en el cante jondo
de la tierra.
El consuelo de tu voz, fiel sustento,
desinfectando el virus de la edad
y de las dudas,
ordenando el caos y la incoherencia
de los átomos,
que danzan en la infrecuente frecuencia de
dos vidas en consonante armonía .

Te recuerdo siempre:
y siempre no será nunca todavía.

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