XXX


De la enfermedad de soñarte
me curé despertando;
a deshora, 
entre olas,
que me iban ahogando.
Golpeando bramaban furiosas,
que hacía un par de vidas
que te andaba buscando.

Posé los dedos en mis ojos
y leí con sonrojo 
la sintaxis de nuestro éxtasis
clamando.
El cielo se iba fracturando
mientras tu a mi oído recitabas:
versos de sangrado fluir 
y bálsamo sacro:
me das la vida a diario,
y a diario me vas matando.

Comentarios

Entradas populares