II


Dos gotas de agua en el océano del tiempo.
Se perderán nuestros dedos,
entrelazados,
en las olas salvajes de una eternidad
vacía;
y nuestros ojos soñarán con las horas,
no vividas y habrán de inventar
un mito que las suscriba.

No será consuelo el pasado,
ni el pretérito rito,
de cuadrar inventarios,
el eco de nuestra voz será la danza
de una hoja flotando en la espuma
de una cascada de arena.

Dos gotas de agua en el océano del tiempo,
dos palabras esbozadas
resistiendo feroces, 
el aliento del viento.

Bailaremos entonces descalzos,
ya sin nostalgias ni quebrantos,
bajo una sonata nocturna:
dos estrellas, parpadeando,
desde la cara oculta de la luna

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