La noche de los tiempos


Que nos encontrara la noche pendiendo de un verso,
ansiaban las horas sucediéndose,
confabulando cómplices,
esbozando el momento.

El sol agonizaba ya en el firmamento; 
arropaba su luz 
con un manto de estrellas,
mientras volvía incendiaria 
su mirada de fuego.
La luna concentraba su brillo 
en tus pupilas,
y el mar sometía su danza a tu sonrisa:
la ciudad por un instante enmudecía.

La distancia que nos separaba
volaba volátil.
Nuestros párpados sincronizaban 
su pulso,
para encontrar siempre desnudo 
su reflejo.
Y los dedos liberados 
comenzaban a flotar,
aleteando como pájaros de viento.
Nos encontró la noche de los tiempos,
abrazados y condenados,
en el remanso de paz de un beso.

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