Los días raros
No se limpia el cielo la cara si no vas a pasar.
Se deja de polvo las mejillas pintadas,
si no os vais a encontrar.
Y sopla nostálgico fango,
de lágrimas afiladas,
porque te echa menos
y no lo sabe disimular.
Y extiende su eterna nostalgia,
y la concentra en nubes de plata
mientras piensa en dejarlo estar;
y sueña que enreda sus dedos
en las espigas doradas de tu pelo
mientras suspira triste en soledad.
Y aguarda conmovido que salgas,
impregnando las ventanas de dudas,
volviendo opaca la densa claridad.
Dejando ciegos los ojos,
ensombreciendo las colosales montañas,
oscureciendo el mundo con su pena,
posponiendo la luz y la vida,
hasta que te vuelva a contemplar.
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