Anhelo

 


Que de encontrarte un día perdida,

supieras reconocer con premura,

la distancia lívida que separase

tus pies del suelo;

la fortuita torcedura

de los designios, si acaso, 

del destino,

que para ti,

hubiera deparado el cielo.

 

Te encontraras sino conmigo.

Te apoltronaras en mis retinas

o en mi recuerdo;

te adormecieras en mi hombro

o te descubrieras a mis dedos,

para poder así señalarte el camino.

 

De soñarte en braille

dejé de estar ciego.

Caminé largo tiempo una larga marcha

hasta llegar al oasis de tu ombligo.

Adormecí una eternidad mis premisas.

Enuncié mi verbo en tu seno

mientras tú me recordabas con esa luz,

tan simple, 

y cegadora al mismo tiempo

que es la belleza,

que dos almas como las nuestras

no caminarían nunca solas 

ni perdidas:

inflamables son sus llamas,

Perpetua su condena.


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