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Anhelo

  Que de encontrarte un día perdida, supieras reconocer con premura, la distancia lívida que separase tus pies del suelo; la fortuita torcedura de los designios, si acaso,  del destino, que para ti, hubiera deparado el cielo.   Te encontraras sino conmigo. Te apoltronaras en mis retinas o en mi recuerdo; te adormecieras en mi hombro o te descubrieras a mis dedos, para poder así señalarte el camino.   De soñarte en braille dejé de estar ciego. Caminé largo tiempo una larga marcha hasta llegar al oasis de tu ombligo. Adormecí una eternidad mis premisas. Enuncié mi verbo en tu seno mientras tú me recordabas con esa luz, tan simple,  y cegadora al mismo tiempo que es la belleza, que dos almas como las nuestras no caminarían nunca solas  ni perdidas: inflamables son sus llamas, Perpetua su condena.

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